ACÉPTALO COMO ES
Hace unos días nos encontrábamos un buen grupo de educadores caninos o adiestradores, charlando de mil y una cosas de perros. Hasta ahí, todo normal, ya que suele ser nuestro tema principal de conversación. De pronto, alguien a quien respeto mucho dijo:
“Lo primero que hay que hacer es aceptarlo como es”
Esto me hizo pensar.
Todos solemos tener una imagen ideal del perro perfecto, quizás la del perro que tuvimos hace años: un perro súper bueno, que no rompía nada y venía corriendo en cuanto le llamabas y que, además, no ladraba.
Ahora, en cambio, tenemos un perro que nos saca de nuestras casillas y lo que queremos es que cambie en esto o en lo otro, que deje de hacer ciertas cosas, y solo porque nosotros se lo decimos.
Aceptarlo como es. Este es el primer paso para poder llegar a una confianza y un vínculo totales con tu perro.
Tal vez resulta que le gusta perseguir bicicletas, niños en patinete, corredores o coches, que rompe cosas, que muerde el riego y que corre por casa como loco.
Vale, entonces tienes un problema.
Pero el problema no es que tu perro quiera hacer todas esas cosas: el problema es que no estás cubriendo las necesidades vitales de tu perro.
Es importante darle al perro lo que necesita en unas condiciones que a nosotros nos resulten admisibles.
¿Significa esto que puede hacer lo que quiera o que tenga que continuar haciendo estas cosas? ¡Ni mucho menos!
Para su desgracia, el perro tiene que vivir adaptándose de la mejor forma posible a las reglas sociales de los humanos.
Ahora viene lo complicado…
¿Qué necesita mi perro?
Esta es la pregunta del millón porque cada uno necesita una cosa.
Hemos tenido perros en clase que lo único que necesitaban para no tener pánico en la calle era poder tener la opción de subirse en brazos de su dueño. Así podían pasar esas situaciones que para ellos eran mortales, y podíamos conseguir que no mordiesen o ladrasen desesperadamente.
Esto, lógicamente, se puede hacer con perros pequeños; con un mastín es imposible. A los perros grandes, simplemente les daríamos la opción de elegir y el tiempo para sopesar las diferentes opciones. De esta forma el perro aprenderá a tomar decisiones para su bienestar.

A veces la única forma de relajarse es ladrar y no pasa nada.
El trabajo no es que deje de ladrar, el trabajo es que ese ladrido se convierta solo en un ladrido, sin saltos, ni tirones de correa, ni señales amenazantes hacia otros perros.
No obstante, con perros muy activos, esto no va a ser suficiente.
En estos casos, antes de exponerle a esas situaciones que le sobreexcitan, se ha de hacer mucho trabajo previo de reducción de estrés, o actividades en las que el perro pueda llegar a un nivel aceptable de excitación para enfrentarse a determinadas situaciones.
Vamos, que si tu perro va a 100, no puedes pedirle que mantenga la compostura cuando pase una bici o el perro al que más odia del mundo. Y, menos aún, bloquearle o pegarle tirones diciendo: “¡No! ¡No! ¡No!”.
Si haces esto, solo consigues que tu perro se esté quieto mientras que por dentro estará pensando: “Como se acerque a menos de la distancia de la correa, le muerdo”; no bajas intensidad, simplemente estás consiguiendo que tu perro se sienta como en una olla a presión y que la tensión termine saliendo por otro lado.
Con todo esto, podemos establecer ahora una opción de trabajo:
PASO 1 – detectar las necesidades de nuestro perro.
PASO 2 – buscar opciones para esas necesidades que nos resulten aceptables.
PASO 3 – enseñarle poco a poco lo divertida que puede ser esa opción, siempre en momentos donde no se encuentre presente el estímulo que hace que nuestro perro se active.
PASO 4 – generalizar nuestra opción a varios lugares y situaciones en los que podamos bajar o subir la intensidad. Así aprenderá a relajarse con la opción que hayamos elegido.
PASO 5 – cuando ya hayamos conseguido el punto cuatro con un casi un 100% de éxito, pasamos con el perro a esas situaciones en las que aparece, de forma involuntaria, esa necesidad.

En definitiva, dejar al perro como está y conformarnos solo nos llevará a desesperarnos o a mantener al perro encerrado. Y eso no es lo que queremos…
En este texto sería imposible explicaros qué trabajo concreto tenéis que hacer en cada caso, solo pretendemos explicar nuestra forma de entender al perro.
Recordemos que no hay soluciones mágicas, ni tampoco soluciones que funcionen para todos los perros ni para todas las familias, pero si estudiamos a nuestro perro y llegamos a conocerle y aceptarle, podremos mejorar su vida.
Y recuerda que si necesitas ayuda para mejorar el vínculo con tu perro y evitar situaciones como las que te hemos contado en Escuela Canina La Tejera podemos ayudarte, bien en nuestros cursos de educación canina o a través de un trabajo con vuestro perro en vuestro domicilio.
¿Nos cuentas tu problema? ¿Quieres sólo que hablemos? ¡Llámanos 670 38 83 00!
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