Como experto en educación canina, opino que oculta el problema, pero no modifica conducta alguna; simplemente la oculta bajo el miedo a nuestra respuesta.
¿ME ESTARÉ EQUIVOCANDO?
Hace años, cuando empecé en el mundo de los perros, me enseñaron varios tipos de adiestramiento canino.
Aprendí desde el positivismo hasta el adiestramiento clásico, que incluye collares de ahorque y de pinchos, trabajar con correcciones físicas y de voz, manipulaciones y presiones. Es muy importante conocer las opciones para poder elegir; no se puede despreciar nada sin conocerlo.
Después trabajé durante años en una empresa bandera en el mundo del adiestramiento en positivo, donde jamás se utiliza ese material y esa forma de trabajar.
Hubo un tiempo en que empecé a pensar en utilizarlos de nuevo. “¿Estaré equivocándome al no utilizar ese material? Si hay tantos que lo utilizan y funciona…”
En esos días, me llamó un cliente. Alguien en el parque le había comentado que el collar de ahorque funcionaba muy bien para el problema que tenía. Se lo compró y me explicó que le funcionaba, así que le dije que lo veríamos en la próxima clase. Esto potenció mis dudas.
Empezamos la clase con el collar. Se me pusieron los pelos de punta y recordé lo que significaba. Recordé lo mal que me sentía al ver como el perro sufre nuestra falta de paciencia. Se me revolvía el estómago al ver la cara y los ojos de asustado del perro, su cuerpo encogido y cómo tosía.
Automáticamente, empecé desde cero con mis creencias.
MI PUNTO DE VISTA
Lo que es fácil para nosotros no tiene que ser lo mejor para nuestros perros. La educación canina con presiones no es educación; ni con los perros ni con los hijos. Lo que hace es ocultar el problema, pero no modifica conducta alguna; simplemente la oculta bajo el miedo a nuestra respuesta. Esta es una de las grandes diferencias entre adiestramiento y educación. Los que entendemos a los perros como uno más de la familia, pensamos en educación.
¿Funciona ese material y forma de trabajar? Funciona para nosotros, funciona para que nosotros estemos cómodos dejando al perro bajo el miedo al castigo, funciona para nuestra tranquilidad. Pero no funciona para el perro. Y tampoco funciona para las diferentes personas que conviven con el perro, ya que la fuerza del tirón de uno no es la misma que la del tirón de otro miembro de la familia, con lo cual el perro tenderá a hacer más caso a quien dé el tirón más fuerte. Tampoco funciona cuando nuestro perro está solo o suelto, a no ser que tengamos un “mando a distancia de castigo” como un collar eléctrico, con el que podemos mantener al perro bajo el manto del miedo a distancia.
El tema de la comunicación canina y los problemas físicos para los perros merece otro texto mucho más extenso. Pero podemos afirmar brevemente que modificamos su comunicación, por ejemplo, al tirar de la correa, con lo que nuestro perro transmitirá una tensión que los otros perros pueden entender como una agresión hacia ellos y esto nos acarreará problemas. En cuanto a los problemas físicos, el mal manejo habitual de este material puede provocar que el perro se desmaye, generar problemas físicos graves en el cuello, etc.
PACIENCIA Y TRABAJO
Como se piensa en algunas religiones, no caer en las tentaciones del pecado –buscar el camino fácil y rápido– afianza nuestras creencias y nuestra forma de pensar y actuar. Es por ello que estas tentaciones del trabajo fácil me afianzan más y más en mi creencia de que el castigo no es la solución.
Realmente, no creo que nos estemos equivocando. Paciencia, trabajo, trabajo y trabajo. Esas son las soluciones y no el camino rápido.
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