Modificación de conductas. Experiencias sobre la adopción de un perro, un compañero, un amigo….
Hoy vamos a hablar sobre un gran caso que nos ha producido muchísima satisfacción.
Hace unas semanas, Marta me llamó buscando ayuda para Chan, el perro de Fernando, al que habían adoptado unos meses atrás y necesitaba pautas de modificación de conductas. Fernando es un jubilado de 80 años, viudo, que sufre pequeños problemas de memoria. Aún así, esto no le impide llevar una vida muy activa y salir a menudo con los amigos a hacer rutas de media montaña. Fernando siempre había tenido perros grandes en casa, pero llevaba ya tiempo viviendo solo hasta que apareció Chan.
Marta ayuda a Fernando en casa por las mañanas, echándole una mano en su día a día y fue a ella a quien se le ocurrió la idea de buscar un compañero para Fernando. Aunque le costó trabajo encontrar un sitio dispuesto a entregar un perro a una persona con la edad de Fernando, finalmente dio con el lugar. Así fue como los protagonistas de nuestra historia se encontraron.
Chan es un perro de tamaño grande, de unos 10 años, nacido y criado en una protectora, donde ha pasado toda su vida. Cuando me llamaron por teléfono, me contaron que el problema era que Chan atacaba a otros perros y también a las personas. No dejaba entrar a nadie en la casa.
El primer día que comenzamos a trabajar en la modificación de conductas juntos, fui hasta su casa. Ese día no pude ni siquiera ver y mucho menos acercarme al perro. Chan ladraba y se intentaba abalanzar sobre mí para atacarme. Solo dejaba entrar en casa a Marta y a Fernando. Cuando finalmente nos encontramos al día siguiente dentro de la casa, no dejaba de marcarme constantemente. Chan protegía a Fernando cuando este estaba sentado en su sillón y no dejaba que yo me acercase ni al salón. Los de la protectora les habían dicho que Chan no tenía problema alguno con perros ni personas y que era muy cariñoso. No entendíamos cómo podía haber cambiado su temperamento tanto como para que la situación actual fuese tan diferente.
Lo primero que probamos fue a que Marta le manipulara las patas, la espalda y el cuello. Chan empezó a hacer gestos y señales que indicaban que sentía dolores, muchos dolores. Así que mi primera recomendación consistió en derivarles al veterinario, quien confirmó lo que sospechamos: serios problemas de alimentación y la falta de una vida sana habían provocado estos problemas. El veterinario le recetó antiinflamatorios y le dio un tratamiento para las articulaciones. En poco tiempo, Chan comenzó a moverse mejor y a relacionarse de forma diferente. Empezaba a estar receptivo y salía a dar paseos con Fernando. Comenzó a descubrir el mundo, a olerlo.
Con la ayuda de la perrita Westy de Marta y dos de mis perros, Oro y Navata, las cosas empezaron a cambiar. Salíamos todos juntos a pasear y los paseos eran tranquilos: sin ataques, sin presiones, usando correas largas, arnés y bozal. Chan poco a poco fue dejando entrar a personas a casa. Digamos que no es el mejor de los anfitriones, pero vamos paso a paso. Con otros perros en la calle, no es fácil lograr que evite el conflicto. Hay que tener en cuenta que ha pasado toda la vida en un entorno cerrado conviviendo con varios perros. Esta situación seguramente le haya llevado a vivir demasiados conflictos diarios y cambiar eso es complicado.
Poco a poco, empieza una nueva vida para Chan. Durante la sexta clase, hubo un momento muy especial. Estaba sentado en una butaca en la terraza, cuando Chan se me acercó y me empujó la mano con el hocico. Me estaba pidiendo que le acariciara y apoyaba la cabeza y el cuello en mi pierna. Fue un momento muy emocionante, de los que no se olvidan.
Para Fernando también empieza una nueva vida. O mejor dicho, su vida continúa, solo que ahora acompañado de un perro, del gran perro que Chan puede llegar a ser. Sacarle a pasear, cepillarle, darle de comer, llevarle al veterinario, ir juntos a por el periódico por las mañanas, salir de ruta con los amigos de Fernando o escribir un diario de su vida con Chan para recordar lo ocurrido… Ahora vive acompañado el 100% de su tiempo.
En este caso, la corrección de conductas ha resultado terapéutica tanto para Chan como para Fernando. Son un gran apoyo el uno para el otro. La edad, como hemos visto, no es más que una simple excusa.
0 comentarios